
Hoy, paradójicamente, ese mismo corazón peleó en cancha contra su más directo competidor, pero en la parte baja de la tabla. Y perdió, no por mala suerte, ni por esas cosas fortuitas del fútbol, sino porque La Serena fue superior y convirtió en nuestro arco dos veces, algo que en todo el encuentro el albo no estuvo ni siquiera cerca de hacer. Hoy Colo-Colo lucha tristemente por no descender a la primera B y lo peor de todo es que partido a partido está perdiendo esa batalla.
Pero este equipo es “como el gran Araucano, que va a la lucha jamás sin descansar” y estoy seguro de que a los aguerridos mapuche las derrotas les sirvieron para reinventarse, tal como a este cacique le servirá lo que está viviendo hoy, porque en la derrota se aprende, desde la derrota se surge y por sobre todo en la derrota se gana algo que es vital para ser grande y al parecer al alma colocolina le hace falta, humildad.
Vámonos a la B si es necesario para que partamos de cero, ojalá de nuevo como club y sin ese cáncer mata fútbol que es Blanco y Negro. Estoy seguro de que se hará lo posible por evitarlo, pero si llega a pasar no hay miedo, no seremos ni más ni menos colocolinos por bajar, no dejaremos de alentar y de “representar a nuestra raza sin igual con empuje y coraje” y también creo que si viviera Arellano no sentiría vergüenza del descenso y lo vería como un desafío deportivo más para engalanar una historia de gloria, “porque el recuerdo de David Arellano siempre nos guía” entonces que nos guíe sin miedo a ningún fantasma.
No está claro aun si el descenso será una realidad, lo que si se hace evidente es que la categoría ya la perdimos, no la que otorgan los puntos en la tabla, sino que la categoría a la que siempre estuvimos acostumbrados porque este colo colo de hoy no es ni valiente, ni fuerte, ni grande, no tiene sangre altiva y menos un noble corazón. Y eso de que no hay nadie que nos gane pasó a ser un lindo recuerdo.
Capaz que en la B recuperamos la identidad perdida, probablemente en los potreros encontramos la mística extraviada por las luces, los récords, la plata y la fama, capaz que desde abajo volvemos a cantar “todos de Arica a Magallanes”, por un colo colo que sea ejemplo de valor.